Anteriormente les comentaba sobre el aumento al salario mínimo y la inminente subida de precios de la canasta básica, que incluso se prevé un incremento a la misma de hasta un 80% a lo largo del 2011.
Además la Organización Internacional del Trabajo realizó un comparativo salarial entre naciones donde destacó que Nigeria y México se encuentran al mismo nivel de ingresos, debido a los pobres aumentos salariales y los altos precios en sus insumos, llegando a decir que sus poblaciones viven prácticamente al día. Incluso el académico de la Facultad de Economía de la UNAM, David Lozano Tovar, indicó que el ahorro en México es prácticamente nulo y todo lo que se pueda llegar a juntar es para que les alcance a fin de mes y no para la creación o inversión de un patrimonio.
Algunas maneras de ahorrar comunes entre los mexicanos ante estas condiciones pueden ser el caminar para ahorrar transporte público, el acceso a entretenimiento gratuito o prescindir de él, justificando que “la cultura del ahorro en México está determinada por las condiciones salariales”.
La gravedad del tema también se ve reflejada en el crédito que obtienen los mexicanos, que a partir de la crisis del 2008 se presentaron 51 millones de tarjetas de crédito en cartera vencida, aumentando considerablemente a 60 millones en 2009, y disminuyendo a 48 millones en el pasado 2010, debido a diversas medidas para la recuperación financiera.
Estos números son un fiel reflejo de la débil y frágil económica del país, pues aunque hay esfuerzos para el ahorro de presupuesto y el mejoramiento de las finanzas públicas, se esta mermando a la población más necesitada con salarios tan pobres. En cambio, yo creo que si se le diera un considerable aumento a las ganancias de las familias mexicanas, se estimularía el flujo económico para que dichos grupos no tengan que preocuparse tanto por ahorrar pesos en transporte público u otros servicios de los cuales el estado puediera estar recibiendo garantías, en vez de recortar para sobrevivir, sería mejor estimular para crecer.
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