jueves, 13 de enero de 2011

EL Mito De La Barriga Chelera


Al hacerse de cebada malteada, la cerveza es rica en vitaminas. Una pinta puede proporcionar más del 5 % de la ingestión diaria recomendada de varias vitaminas, como B9, B6 y B2. Pero carece de otras como la A, C y D. La cerveza es una bebida fermentada que recibe las propiedades alimenticias de los cereales con que se produce, igual que el vino las de la uva, o la sidra las de la manzana.

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Aporta una cantidad de ácido fólico, vitaminas, hierro y calcio mayor que otras y provocan un efecto “protector” sobre el sistema cardiovascular. Los bebedores de cantidades moderadas de cerveza presentan una menor incidencia de diabetes mellitus e hipertensión.

Así que no es de extrañar que, desde la antigüedad, la cerveza haya constituido un elemento básico de la dieta, llamándose a menudo “pan líquido”.

En el antiguo Egipto los trabajadores recibían cerveza como parte de su salario, así como las damas de honor de la reina Isabel I de Inglaterra. En 1492, era la ración oficial de los marineros de la armada de Enrique VII.
Es probable que una persona pudiera vivir determinado tiempo sólo consumiendo pan líquido, pero no tardaría en desarrollar cirrosis hepática y sufriría evidentes deficiencias vitamínicas. 



Sin embargo, ¿hay ejemplos reales de personas que hayan mantenido una dieta casi exclusiva de cerveza durante un tiempo prolongado? Gracias a John Clephane, sí.

Clephane era un médico de la flota inglesa que realizó una prueba clínica en plena Guerra de los Siete Años, de 1756-1763. Tres barcos fueron partieron de Inglaterra a América:

A uno de ellos (el Grampus) se le suministró cerveza en abundancia, mientras que a las dos naves de control (el Daedalus y el Tortoise) se les asignó la cuantía habitual de bebidas alcohólicas. Después de una travesía insólitamente larga debido al mal tiempo, Clephane informó que en el Daedalus y en el Tortoise habían necesitado hospitalización 112 y 62 hombres respectivamente. Sin embargo en el Grampus sólo habían sido 13, un resultado bastante claro. 


Al parecer, los marineros tenían asignadas 8 pintas de cerveza diarias. Es decir, más de 4,5 litros.



Uno podría pensar, no obstante, que ingerir tanta cerveza se traducirá en la famosa barriga cervecera. Bien, hasta cierto punto es así: si se consume a espuertas y, además, acompañada de comidas de alto contenido calórico, y manteniendo una vida sedentaria.

Pero no ocurre así entre las personas que consumen cerveza moderadamente y tienen una dieta mediterránea. A pesar del mito de que el consumo de cerveza produce distensión abdominal, las conclusiones de diversos estudios indican que un consumo moderado de esta bebida fermentada de baja graduación alcohólica no provoca aumento de peso, ni modificaciones en la composición corporal, como el Asociación entre el consumo moderado de cerveza tradicional y sin alcohol y la composición corporal, llevado a cabo por la investigadora en el Instituto del Frío-ICTAN del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Ana María Veses Alcobendas.

El estudio se hizo incorporando dos latas de 330 mililitros para los varones y una lata para las mujeres en la dieta. 



Los resultados de otro estudio publicado hoy parecen confirmar que tampoco hay atisbo de barriga cervecera en un consumidor habitual. El trabajo, elaborado por el Hospital Clínic, la Universidad de Barcelona y el Instituto de Salud Carlos III, que ha sido presentado hoy en el Colegio Oficial de Médicos de Asturias, se ha realizado sobre una muestra de 1.249 participantes, hombres y mujeres mayores de 57 años que, por edad, tienen mayor riesgo cardiovascular.

La dosis recomendada por los médicos es de dos cañas diarias para las mujeres y de tres para los hombres, siempre con comidas equilibradas, y siempre que las personas realicen una vida normal.
 

 

Primero muerto antes que dejar la cheve!

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